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BIO

 

Artista, comisario (colectivo curatorial Commission) y editor (revista Sublime). Escribe en medios como Artishock o A desk. Vive y trabaja en Barcelona. Exposiciones: 51º Bienal de Venecia (2005), Bienal de Caracas (2006), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía MNCARS, XI Bienal de la Habana (2009), Rostock Kunsthalle (2005), Bienal de Valencia (2007), A Foundation, Londres, Contemporary Art Museum, Hong Kong, Bienal de Praga, (2008) Chelsea Art Museum, Premio Generación 2003 por CajaMadrid. Becado entre otros por Hangar y Bilbao Arte.  Es Baluard, Palma de Mallorca, NCCA, Moscu, Museo Marmol de Carrara, Matadero, Madrid, Fundación Miró, First Screen, La Pedrera Centre Dart Le Lait Grahulet, Francia, Galeria Raquel Ponce, ARTIUM, Real Academia de España en Roma, Virgil de Voldere gallery, Nueva York, Festival de video Arte, La Habana, (Cuba), L’Arte de la hospitalita (Real academia de España, Roma), Extrarradio (Espacio Mustang, Elche), Museo de Puma Pungo en Cuenca, Ecuador y varias galerias privadas. En 2014 reside en RU, Residency Unlimited, de Nueva York. En el 2001 BA (Hons Degree) en Critical Art Practice por la Brighton University. Reino Unido. 2002 Funda y dirige la revista Sublime.Arte + cultura contemporánea. 2008 Cofunda y codirige el grupo curatorial Commission, producción y gestión de proyectos artísticos. Entre 2004 y 2006 cofunda y dirige Arte independiente Subliminal Projects en Gijón. Colabora con varias revistas y organizaciones en la difusión del Arte actual. Ha publicado monográficos o criticas envarias publicaciones y participado en las mesas de debate de ARCO e impartidas conferencias y charlas en diversas universidades. Desde 2012 dirige en espacio StudioAS en Barcelona

Las obras de Avelino Sala (Gijón, 1972), desvelan la realidad actual sin concesiones. Como ha escrito el profesor Fernando Castro, “Avelino Sala se aleja de esa violencia del pensamiento estético banal, de la misma forma que se opone a los planteamientos estilísticos de tendencia ornamental: “Esta producción artística –apunta el artista en un texto reciente- cumple, en cierta medida, con un obligatorio ejercicio de reacción hacia ciertas prácticas artísticas que derivan en lo decorativo, anteponiendo una función del arte que se centra más en ser un reflejo de aquellas realidades, tanto actuales como pasadas, que el hombre quiere olvidar”.

 

Avelino analiza la realidad y presenta artísicamente los fragmentos en imágenes que la esquematizan y rotulan en un signo. En el análisis sigue una estrategia narrativa agnòstica-tardorromántica, que pone de manifiesto las disonancias. Escapa conscientemente de los recursos de estilo, documentalismos, lirismos o retóricas. Cumple con el objetivo, según sus palabras, de “cuestionar desde una perspectiva crítica, el contexto social, geográfico, político en el que nos encontramos”. Para Avelino ­­­­“hay situaciones y lugares que escapan a la exhortación de la profundidad, que se conforman con estar en la superficie y, así, ser los reservorios del carácter global, de lo cualitativo. Lo cotidiano y su “presentismo” son un buen ejemplo. El ambiente afectivo que lo caracteriza se basa en la apariencia, en una vida para ver. En este sentido, el “voyeurismo”, en el mejor y peor de los casos, es un buen vector de socialidad. Lo cotidiano no excluye la emoción o el afecto, no los aísla en la esfera de lo privado. Los teatraliza, hace de ellos una ética de la estética”. El autor observa la realidad actual, con sus acontecimientos y derivas, con una mirada activa, comprometida, exenta de panteísmos o nihilismos. Sala, como un nuevo "Angelus Novus", o el ángel testigo de la historia de "construcción benjaminiana", disecciona la actualidad que observa, con sus paradojas. Mientras el presente se consume apresuradamente, aparece la tempestad, como Walter Benjamin identificaba al progreso, empujando con fuerza al ángel de la historia, el de las alas extendidas, hacia un futuro incierto que se construye sobre los inestables cúmulos de las ruinas y desastres del pasado inmediato. La utopía se trastoca en distopía al reconocer la actual sociedad del vacío, en palabras de Gilles Lipovetsky ("La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo"). El filósofo describe el momento actual como hipermodernidad caracterizado por un hiperindividualismo que provoca "la conmoción de la sociedad, de las costumbres, del individuo contemporáneo de la era del consumo masificado, la emergencia de un modo de socialización y de individualización inédito, que rompe con el instituido desde los siglos XVII y XVIII". Sin embargo, Avelino Sala nos muestra que la verdadera distopía se hace presente al descubrir que, efectivamente, "bajo los adoquines no había arena de playa".

The works of Avelino Sala (Gijón, 1972) unveil the current reality without concessions.  As professor Fernando Castro has written, “Avelino Sala moves away from that violence of the banal esthetical thought, in the same way that he opposes the stylistic approaches of the ornamental trend: “This artistic production –points out the artist, in a recent text-- complies with, to a certain degree, an obligatory exercise of reaction toward certain artistic practices that are derived from the decorative, putting one function of art before what is more centered on being a reflection of those realities, as much current as past, that man wants to forget.”

 

Avelino analyzes reality and artistically presents fragments in images that schematize it and label it with a symbol.  In the analysis, he follows an agnostic narrative strategy—Late Romanesque, that brings dissonances to light.  He consciously escapes from the resources of style, documentalisms, lyricism, or rhetorics.  He complies with the objective, according to his own words, of “questioning, from a critical perspective, the social, geographic, and political context in which we find ourselves.”  For Avelino, “there are situations and places that escape the exhortation of depth, that conform with being on the surface and as such, are the reservoirs of global character, of the qualitative.  The day-to-day and its “presentism” are a good example.  The affective environment that characterizes it are based on appearance, on a life to be seen.  In this sense, “voyeurism,” in the best and worst cases, is a good vector of sociality.  The day-to-day does not exclude emotion or affection, it doesn't isolate them in the sphere of the private.  It dramatizes them, it makes them an ethos of the aesthetic.”  The author observes current reality, with its happenings and drifts, with an active glance, committed, exempt from pantheisms and nihilisms.  Sala, as a new “Angelus Novus,” or the witnessing angel of the story of “Benjaminian construction,” dissects the actuality that he observes, with its paradoxes.  While the present is hastily consumed, the tempest appears, like Walter Benjamin was identifying with progress, pushing the angel of the story with force, with its wings extended, toward an uncertain future that is built upon the unstable piles of the ruins and disasters of the immediate past.  The utopia is disrupted in distopia upon recognizing the current society of emptiness, in the words of Gilles Liopvetsky (“The era of emptiness. Essays on contemporary individualism”).  The philosopher describes the current moment as hyper-modernity characterized by a hyper-individualism that provokes “the commotion of society, of customs, of the contemporary individual of the era of mass consumption, the emergence of a style of socialization and unpublished individualization, that breaks away from that instituted in the 17th and 18th Centuries.”  However, Avelino Sala shows us that the true distopia is made present upon discovering that, effectively, “under the cobblestones, there was no sand from the beach.” 

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